«Virtue» Es un proyecto de vida constante y a largo plazo.

Esta cosica de aquí soy yo————————–>

No me voy a esforzar en parecer seria, porque la verdad soy un circo de ser humano.


Yo crecí en un pueblo en la sierra de Madrid y, si te digo la verdad, era una tía listísima. El problema es que necesitaba moverme para pensar.

Total, que mi juventud es un resumen de miles de maneras en las que conseguía escaparme de casa y de clase a hacer cualquier cosa que requiriera movimiento en la calle. Pero no ir a clase no era falta de curiosidad. Aprendí de todo de mis 12 a mis 22: Ayurveda, enfermería veterinaria, adiestramiento canino, producción audiovisual, me metí en la carrera de psicología, hice un master de edurespeta para educadores infantiles… Vamos, que las cosas vivas (mientras no sean plantas) son lo mío.

El caso es que soy un poco mercenaria. El dinero me tira más que el monte a la cabra. Y así me metí en una industria yanki que te cagas con personalidades radicalmente opuestas a la mía. Ni mejores ni peores. Pero opuestas te digo yo que si. Esto de la hiper-empresa acabó en un sentimiento de estafa, después de tanto esfuerzo, conseguir un trabajo «muy cómodo» súper bien pagado de 7 a 15, de lunes a viernes, se había convertido en una pesadilla con todas las letras.

Total, que cuando estaba planeando seriamente darme un martillazo en la mano para no tener que ir a trabajar, después de 4 años de aventura, mi proyecto se cayó. Mi supervisor lloró, mis compañeros más cercanos se pusieron super tristes y yo me sentí la peor persona del mundo por alegrarme TANTO de no tener que ir a ese sitio horrible al día siguiente.

Mi cerebro estaba frito. Asique me apunté a kung-fu. Por aquello de meditar en movimiento y descargar estrés.

Y me pasé el siguiente mes dedicando 9 horas a la semana a entrenar fuera de casa y otras 2 dentro. No te lo recomiendo, pero a mi me hizo recuperar una pequeña parte de mi preciado cerebro. Que estaba absolutamente frito, e inservible. Sinceramente, si no se llega a caer mi proyecto no habrían tardado en echarme, porque mi cabeza ya no daba para más. Mi cerebro estaba casi totalmente apagado y fuera de cobertura.

Esta pequeña ventana al descanso y el movimiento me recordó por qué no hice el máster de psicología clínica: No me gusta la gente que se regodea es sus problemas. Si tienes un problema, te doy una solución y tú la sigues. Si no, no me preguntes. No soy una persona capaz de ver como otra se hunde en su miseria sin hacer nada activamente.

Mientras reconocía lo intransigente que puedo llegar a ser, me planteé qué hacer con mi vida. Tenia que ser un trabajo que me permitiera moverme, que me permitiera ayudar a los demás y que, a ser posible, pudiera hacer por mi cuenta.

Entonces recordé cada deporte que había hecho en mi vida. Cada profesor que tuve y caí en la cuenta de algo que ya llevaba observando un tiempo:

Las personas que me habían enseñado gimnasia, hípica, natación, sambo, boxeo, alterofilia, yoga, bailes de todos los tipos, mondio… Todas ellas estaban en un estado físico y psíquico muy MUY diferente al resto de personas de su edad. No hablo de veinteañeros, hablo de hombres y mujeres de 50 y 70 años. Que caminaban, hablaban, razonaban y se movían de una manera muy diferente a los que había dejado de hacerlo o, directamente, no lo habían hecho nunca.

Y como una señal de la vida, esta imagen se hizo muy, muy viral:

Pero espérate, que no es lo único, resulta que el entrenamiento de fuerza daba una calidad de vida INCREÍBLE especialmente a las mujeres, no solo para poder vestirte sin ayuda, es que a demás mejoraba los síntomas de la transición a la menopausia, reducía la osteoporosis… junto con la buena alimentación previene alzhéimer y muchísimas enfermedades neurodegenerativas Y POR SI FUERA POCO, las rutinas de sueño, descanso y el manejo del estrés potenciaban no solo esto, si no también los beneficios hormonales de todo lo anterior (para que te hagas una idea, las hormonas son los mensajeros del cuerpo humano, son importantísimas para todos los procesos del cuerpo humano). O sea que todo eso que yo veía, estaba más que demostrado.

Y dije, mira, si no ganara un duro por esto, lo diría a los cuatro vientos igualmente. Todos merecemos una vida sin enfermedad que pueda ser disfrutada hasta el último momento.

Así que ahí me embarqué, me titulé como Entrenadora personal de alto rendimiento y comencé a trabajar como entrenadora personal para los más cercanos, con el tiempo me llamaron para trabajar con niños y continué con mi autoproclamada misión para ayudar en lo posible a los demás.

Solo hay una cosa que el humano quiera más que gustar a los demás y a si mismo: Tener una vejez sin dolor.

Asesorías vitue.

¿Y porqué «Virtue»?

La virtud es el cultivo de todo lo bueno que tenemos dentro las personas. Yo quiero que cultives una buena vida, desde dentro hacia afuera y cambies tu manera de vivir, para vivir más y mejor. Tengas la edad que tengas.

Si quieres entrenar conmigo, rellena este formulario de aquí:

https://forms.gle/K4hfv5P31Q88yp4y9